martes, 11 de octubre de 2011

EL NIÑO LOCO Y LA JUSTICIA


    Que circunstancia acompaña a la libertad para que tenga que pagar tan caro las acciones que decide. Cuáles son los movimientos que determinan el futuro desastrosamente inesperado. Por qué el paso del tiempo no lleva un manual de instrucciones o una guía rápida de estilo: Cómo pasar desapercibido y disfrutar la intensidad.
    Nadie ha dicho que la justicia sea absoluta ni siquiera que exista y mucho menos que tengamos derecho a la queja, así que supongo que debemos mantener la boca cerrada y no pedir explicaciones a nadie, porque además ese nadie no tiene ni idea de nada. Y seguimos rodando o tropezando o volando hasta el final. ¿Donde está la justicia? ¿Que tipo de comunicación puede haber entre los que ruedan y los que vuelan, o entre los que vuelan y los que no dejan de tropezar? Una comunicación artificial, llena de deséo..., llena de espero..., llena de puedo... y llena de afirmaciones para unos y negativas para otros.
     Qué ojo de claridades temerosas pretende avistar duraderos palacios de hielo fúnebre que se mantienen por el aliento congelado de quienes lo protegen, qué ojo incisivo está clavado en la conciencia de los que no pueden esquivar su destino.
     Qué sentimiento sucio, manchado por un interés que penetra cerebros y destruye sentimientos, quiere implantar un reinado ilegítimo que nadie pretende elevar.
     El niño loco que vuela por una inmensidad antes conocida, va a dejar muy pronto que corten sus alas y se va a entregar a lo que nunca ha fallado, que aceptó siempre sus sueños más perversos. Miradle cómo convence a sus intenciones para que le sigan en el vuelo que durará siempre.

   
       Se asusta de sí mismo y echa la mirada a descansar, hacia el pasado del niño que ha sido tan fugaz como ahora lo es su presente. Pobre niño de ilusiones, pobres ilusiones de niño, que casi acabadas de nacer han de morir sacrificando su existencia por una verdad que es tan perecedera, y necesita cariño y comprensión.
       Pobre niño de verdad, que ha volado tan alto que tiene la retina derretida y le duele su fastuosa capacidad visionaria aún con las retinas abrasadas.
       Niño loco silencioso, que pide demasiado y recibe apenas una pequeña muestra. De la inmensidad de sus peticiones sacrificaría la mitad por un poco de espacio, de espacio libre de las toxinas que infecta la contaminación de los demás. De la insignificancia de sus exigencias, desecharía la mitad por un átomo de inteligencia de sentimiento. El niño loco pide demasiado, no hay nadie que pueda dejarlo satisfecho, pero el niño loco está harto de entender, de ponerse en el lugar de..., de hacer del entendimiento una máxima, y ahora va a formar una revolución armada para exigir que respeten sus derechos. Ahora va a contratar a mercenarios carentes de comprensión que se van a cargar a todas las babosas, mosquitos y serpientes que quieren dejarle sin sangre y en ridículo. Ahora se va a vengar como no había hecho nunca antes.


                                                                            RAQUEL BARRASA VILLA

No hay comentarios:

Publicar un comentario