martes, 27 de diciembre de 2011

QUE TE GUÍE A MI LUGAR.


  Quiero llevarte a lugares desconocidos.
  Quiero que corramos por verdes campos,
donde el aire roce mi cuerpo y descubra mi rostro.
  Donde yo pueda mostrarte cuánto te quiero.
  Ese lugar no tendrá nombre, ni ubicación, ni paisaje,
sólo estaré yo, y tú contemplándome.
  Quisiera poder decirte lo que siento en cualquier otro lugar.
  Pero no puede ser. Donde yo quiero llevarte, no existirá nada.
  Todas las sensaciones y los pensamientos, serán nuevos,
nunca antes conocidos, ni siquiera imaginados.
  Los árboles, balanceándose, serán la sensualidad,
los colores de las mariposas serán la alegría de vivir,
el camino sin horizonte será el futuro,
los rayos del sol, la realidad de mi corazón,
y la corta e intensamente verde hierba, será el ahora.


  Quiero que descubras conmigo,
lugares donde todo podrá ser realidad.
  Donde no me voy a esconder,
donde mostrarte al ser que llevo en mi interior
y que siempre se ha negado a dejarse conocer.
  El día que te guíe a mi lugar desconocido,
conocerás lo que es la felicidad.

 
                                       RAQUEL BARRASA VILLA.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

LA IGUALDAD.


     Menos mal que hubo alguien que creyó en ellos, y puso en ellos su vida, empezando por Jesucristo, asesinado - crucificado en la cruz -, y siguiendo por Malcom X, asesinado a tiros, al comienzo de uno de sus discursos; Nelson Mandela, cuya existencia no ha tenido fin, pero casi se agota en una de las cárceles de los asesinos, ignorantes, estúpidos, que no merecen ser llamdos seres humanos, ya que este título les viene grande para tan mezquina existencia.
      Me rebelo ante todo esto. Sé que cualquiera llegará a ser como ellos, y a mí también me asesinarían y luego la gente se olvidaría de mi caso, como siempre.
      Los gobernantes lo taparían y no dejarían que nadie quebrantara su paz sorda. Con tan estúpido asunto, como el que alguien que creía en la igualdad, en la justicia y la solidaridad.


        Parece mentira, no es suficiente hablar del tema. Hay que responder con actos contundentes, que acaben con tanta basura, que tapa los ojos y los oidos de la humanidad.
        En definitiva, nada sería suficiente para acallar el dolor que muchos están sintiendo, pero lo que sí podríamos hacer es apoyarles para que fuere más llevadero.
        No quiero que mis palabras caigan en saco roto. Por favor, seáis del color que seáis, creáis el credo que creáis, defendáis la política que defendáis, no tapéis vuestros ojos, ni oídos, ni atéis vuestras manos, ni cerréis vuestra boca, e intentad que este viejo mundo, que parece estar cansado de un peso demasiado grande, como somos la humanidad, sea cada día un poco más feliz, por medio de, por ejemplo, LA IGUALDAD .


                                                                                        RAQUEL BARRASA VILLA.


  CREADOS POR EL MISMO DIOS. 
       Escribo acerca de algo que me ha venido rondando desde, que yo me acuerde, toda mi vida. LA IGUALDAD HUMANA. Uno de los ideales que creo deberían seguir todos los habitantes de este injusto mundo. Porque todos los hombres de este injusto mundo somos creados por el mismo Dios y con los mismos derechos para todos.
       Todo hombre que ha intentado divulgar este ideal ha sido asesinado, y yo me pregunto ¿quién lo hace?, ¿quién asesina a los defensores de los hombres que, como tú y como yo, nacen bajo un mismo sol y sobre una misma tierra?, ¿que ganan con sus muertes, más que la pérdida de un ser humano que ama a su prójimo y le defiende, porque éste no tiene el valor y la fuerza para hacerlo?


       Realmente, no lo entiendo. Son preguntas muy difíciles para alguien como yo, un ser humano de quince años, que no ha visto tantas injusticias como las que existen, pero que esas pocas han sido suficientes, para hacerle despertar y saber que, ese ser humano que las comete, no merece tener el derecho universal de la vida. Me da igual que el hombre sea blanco, negro, amarillo, si en definitiva es un ser humano, con el mismo derecho a una vida justa como cualquier otro.
       Yo defiendo la vida, todas las vidas, con independencia del color externo que posean. Porque el verdadero color, el que en realidad debe contar para todos, es el color interior. Ese color, es el que debe contar a la hora de juzgar a un ser humano. Pero, hay seres humanos tan ignorantes y tan inmaduros, que no saben valorar y reconocer otros aspectos más que los exteriores, y yo quiero rezar por ellos.
       Y tengo que rezar por tantos....que acabaría muerta, antes de haber pedido por todos.... Hoy, me he dado cuenta de que no puedo quedarme de brazos cruzados viendo pasar a los que hace tiempo, un día, llamó Jesús, mis hermanos, sufriendo injusticias impuestas por otros hermanos iguales, con la mentalidad estúpida de la superioridad.


        Me da rabia, siento impotencia al no ver un camino claro a seguir para actuar ya. Quizá es verdad que soy demasiado joven todavía para actuar. Pero no voy a permitir que me cambien las ideas, hasta que llegue el momento en el que intente cambiar algunas cosas que no puedo soportar. Será más adelante, llegará el momento, haré algo para defender a mis hermanos, mis prójimos, los otros seres humanos que merecen lo que ahora mismo no pueden conseguir. Espero que todos hagan lo mismo.
        Pero, ¿que se habrán creído los estúpidos racistas, para hacer lo que están haciendo con nuestros hermanos? No soy partidaria de la ley del talión, es ponerse a la altura de personajes que realmente no merecen ese favor. Nadie tiene derecho de dañar a los demás, ni siquiera para devolver con la misma moneda.


       Supongo que en casos lo comprendería, pero no por eso tendría que compartirlo. Si lo hiciera, la rueda de la injusticia seguiría rodando, y eso no sería bueno.
       Porque todos somos hijos del mismo Dios, llamadle como queráis, debemos adorarle y pedirle que dejen de cometerse los delitos que violan los derechos humanos. Derechos tantas veces olvidados, que la mayoría piensa que no existen.




                                                                                      RAQUEL BARRASA VILLA.    
     

sábado, 3 de diciembre de 2011

EL BLANCO ROSTRO DEL NIÑO.


    Hans tenía mucha prisa porque llegaba tarde a la escuela, miraba su reloj y esto hacía que acelerase su marcha. No le gustaba la sensación de ir siempre corriendo, es más le incomodaba bastante, pero los minutos pasaban y casi nunca llegaba a tiempo a clase. Iba corriendo por una calle cuando algo requirió su atención. Era la figura de un niño que jugaba con su propia imagen en un charco. Sin poder remediarlo se dirigió hacia aquella figura que resultó ser un niño de tez muy blanca, los ojos casi cristalinos, el pelo negro y revuelto, fino como un tallo, con aspecto débil y ensimismado con el agua del charco. El niño blanco no se dió cuenta de que Hans le estaba mirando y seguía en su ejercicio de meter y sacar las manos del agua. Hans miró de nuevo su reloj y se dió cuenta de que su hora se estaba cercando y si no se daba prisa no llegaría a tiempo. El niño blanco notó la presencia de Hans, se levantó y le invitó a que lo siguiera por un mundo que nunca antes había visto. Hans empezó a tener miedo, dudaba, siempre le habían dicho que no hiciera caso a extraños, pero ese niño tan blanco, parecía muy inofensivo. Algo le arrastraba a seguirle, a seguirle siempre, a seguirle sin reticencias, pero estaba mirando otra vez el reloj.


     De repente sintió como una frialdad enorme se instalaba en los huesos de su brazo. Era la mano del niño blanco, que lo guiaba por un camino desconocido, a pesar de que había vivido en esa ciudad toda su vida.
     Miró a su alrededor y se encontró a si mismo en un campo verde de una extensión tal que sus ojos no podían vislumbrar el final. El niño blanco ya no dirigía la marcha. Hans descubrió la belleza. Sentía miedo, pero no podía remediar seguir caminando. Sin darse cuenta, entraron en un bosque. Pronto vieron una casa que parecía estar abandonada, el impulso los introdujo dentro. Vieron en la oscuridad de la casa la figura de una mujer muy vieja, de 200 años por lo menos, no podían adivinar lo que estaba haciendo y se acercaron un poco más a ella. Estaba amamantando a un bebé, que sujetado por sus arrugadas manos chupaba de uno de los pechos agrietados de la vieja con los ojos cerrados. Hans estaba confuso, pero el niño blanco estaba prestando toda su atención al acontecimiento extrañado de que Hans apartara su mirada. La vieja se llamaba Democracia.


      Hans sintió ganas de vomitar. Salió fuera y el niño blanco le siguió. Continuaron su camino hasta que vieron la figura de un hombre alto, era el hijo de la vieja según les dijo. El hombre llevaba en sus manos una enorme hacha, por lo menos cuatro veces más grande que él. Con ella cortaba árbol tras árbol, árbol tras árbol, con todas sus fuerzas, con todo el ímpetu del mundo. Los dos niños lo seguían perplejos. Hans miró a sus espaldas y vio que todos los árboles que cortaba volvían a crecer y alcanzaban una altura igual a la que tenían antes de que el leñador pasara por encima de ellos. Sin embargo el hombre nunca miraba hacia atrás y no podía ver que los árboles seguían creciendo. El leñador se llamaba Esperanza.


      El leñador y los niños se separaron. Hans quería preguntarle al niño blanco qué significaba todo aquello. El niño blanco tenía todas sus respuestas. Siguieron por un camino iluminado por el sol. Hans vio una manzana en el suelo del camino, tenía hambre pero sentía miedo de cogerla. Era tan roja y brillante que los rayos del sol confundían su verdadero color. Finalmente Hans cogió la manzana, se la acercó a la boca y cuando ya la tenía abierta vio que una pequeña cabeza asomaba por uno de los agujeritos de la manzana. La cabeza se multiplicó por miles de cabecitas más que querían salir del interior de la manzana. ¡Eran gusanos! Sí, miles de gusanos verdes y transparentes que veían la luz del sol por primera vez, gusanos de todos los colores, a medida que ivan saliendo su tamaño aumentaba, se convertían en enormes gusanos que parecían amenazar la vida de los niños. Hans soltó la manzana que se arrugó como si hubiera estado al sol durante años. La manzana se llamaba Inocencia.


        Hans buscó con la mirada el blanco rostro del niño, le vio agachado mirando algo en el suelo. Estaba tan asustado que no podía controlar sus piernas, se agachó a su lado y vio un pajarillo en el suelo. Estaba herido y no podía volar, quizá, pensó Hans, no volaría nunca más. Su instinto le llevó a cogerlo amorosamente con sus temblorosas manos, así, pensó, deberían cogerlo siempre. El pajarillo tenía los ojos cerrados, parecía que no quería volver a abrirlos, que ya no le quedaban fuerzas. Aún así, lo intentó, pero el esfuerzo era tan grande que Hans prefirió que el pequeño pajarillo los cerrara. Hans vio en sus manos una mancha roja, eso no podía asustarle. La sangre provenía de una herida debajo del ala que manaba sangre sin parar. Se preguntaba si podría hacer algo más por el pájaro. Al fin y al cabo el pájaro estaba solo y no sabía si a alguien le importaría que el pájaro muriera así. El niño blanco se lo quitó de las manos y lo tiró al suelo con fuerza. Empezó a darle patadas y a tirarle piedras, Hans comenzó a gritar pero el niño blanco no oía sus gritos, entonces se tapó los ojos con las manos, no quería ver lo que el niño blanco le estaba haciendo al indefenso pajarillo, ni siquiera quería ver si ya había muerto. El niño blanco lo cogió del brazo y tiró de él. El pajarillo se llamaba Paz.


       Con tantas cosas Hans no se dio cuenta de que tenía que ir a la escuela, miró su relloj, en el ya no aparecía la hora, sino unas letras de enorme tamaño. En esas letras se podía ver la palabra Dictadura. Se quedó mirando al niño blanco, ya no sabía qué pensar, qué decir, cómo actuar, quería entender lo que le había pasado, sabía que el niño blanco tenía todas sus respuestas. Le dijo por fin :
- Dime, ¿cómo te llamas?, ¿quién eres tú?
       El niño blanco respondió :
- Me llamo Hans, soy tú mismo.


                                                                                RAQUEL BARRASA VILLA.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

HOMBRE



      Veo a un hombre con el cerebro podrido, con grietas más hondas que las normales, de un color pardo, opaco, noto que el olor que desprende vacía toda la estancia, reemplazando su aroma natural por uno parecido al hedor del moho. Veo a un hombre de ojos tristes, sin brillo, ojos que no dan la sensación de profundidad, ojos perdidos en un mundo pasional que se ha terminado, como cuando muere el ser amado. Ojos que no te llevan a desear ver más allá de ellos, que han perdido la luz.
      Veo una boca rodeada de bubas, de pupas amarillas que estallan por el pus, una boca que hace tiempo dejó de emitir sonidos, cansada de gritar, de exclamar, de avisar, cansada de darle besos a la Vida.
      Veo un hombre con las manos muy grandes, manos llenas de callos, duras como el hierro, suaves como un guante de látex. Veo un hombre de fuertes brazos, acostumbrados al duro trabajo, a las pesadas cargas. a las horas interminables que suben y bajan de sus vidas sin más intención que seguir cargando pesadas cargas. 



      Veo a un hombre con el pecho lleno de llagas, que me hacen pensar en un pecho limpio, rosado, y que ahora no tiene ese color. Veo un corazón pequeño, sin sangre, con las arterias atoradas por un elemento especial que no conozco, o quizá si. Es un corazón apagado, oscuro, que carece de la suave cadencia de lo vital, solitario, aburrido de latir para la ignorancia, para la corrupción, para la falta de autenticidad. Que ya no se balancea, que ha perdido la articulación esencial que le hace seguir vibrando. Un corazón cansado de su propio palpitar y roto una y mil veces en millones de pedazos.
      Veo a un hombre de una enorme barriga, hinchada por ingerir cantidades enormes de comida. Cansada de tanto movimiento para digerir alimentos. Una panza indecente que parece un insulto a los que carecen de comida. Llena de restos anteriores que se van pudriendo y acumulando en su interior. Veo que no quiere dejar de comer, que no va a parar nunca.



       Veo a un hombre con las piernas enmohecidas por la falta de movimiento y veo muchos hilos que hacen que las piernas cuelguen eternamente. Veo moratones en las nalgas y heridas en las rodillas, quizá lleva mucho tiempo en una posición determinada y se le ha olvidado cómo es estar erguido. Veo unas piernas atadas por cuerdas muy sutiles y muy fuertes que no dejan ninguna posibilidad para que las piernas corran, vuelen por otros paraderos.
        Veo a un hombre con los pies llenos de callos, de pequeños hongos entre los dedos que convierten cada paso en un trance doloroso. Puede que al hombre no le importe el dolor, puede que se haya acostumbrado a él y ya no le importe, puede que sufra. Veo unos pies de uñas amrillas y duras, uñas que parecen muy viejas y cansadas, atormentadas por un suplicio demasiado largo. Son unos pies que se acostumbraron a correr y ahora están parados, no se mueven más.


       Veo muchas arrugas, muchas canas. Veo un hombre triste por compartir su existencia cnsigo mismo, con sus hilos y su inmovilidad. Es una imagen triste me hace estar triste. Pienso en el hombre como en un hermano, demasiado pequeño como para poder moverse solo, demasiado mayor como para no darse cuenta de que está perdiendo su oportunidad.
       Veo a un hombre triste y solitario.
       Creo que quiere compartir un tozo del camino con alguien, pero le és difícil porque no está acostumbrado, por lo menos no lo ha intentado en los últimos cien años, como se dijo una vez, en estos cien años de soledad. Es triste llegar a la conclusión de que en todo este tiempo no se haya hecho nada fructífero de verdad, es triste darse cuenta de que los hilos son más fuertes que la propia voluntad que nació, creció y murió por deseo expreso de un cerebro enmohecido.

       Creo que ha sentido en su piel, parcialmente insensibilizada, una especie de calor intenso y profundo emanado de esa compañia que no se decide a aceptar, que le insta a tener deseos de abismos cavados en la personalidad de otro ser que difiere tanto de sí mismo como su propia sombra. ¿Puede ser la solución?, ¿puede ser un principio para sobrellevar dignamente el final? ¿pueden ser los olores, las callosidades, el tono amarillo, la cuerda denylon que sustenta su existencia? Supone que tendrá que ir a algún mercado de sensaciones para adquirir algo de autoestima, algo de personalidad, aunque sea de segunda mano, aunque sea robada, también algo de confort para poder adaptarse mejor al nuevo pensamiento que surge de una conexión malintencionada de alguna de sus neuronas que no ha aceptado el fracaso de la pérdida total de la sensación de existir. Por que quiere ser un ser pensante y distinto, quiere sentirse vivo e intensamente satisfecho y por encima de todo quiere cortar los hilos que tantos años han hecho de su vida una mala fotocopia de un ser humano perdido en un ambiente hostil que tanto le ha decepcionado.
       Para que aparten la censura de sus ojos cansados ha decidido preguntar a la compañía qué se le ofrece.
                                                                               RAQUEL BARRASA VILLA


                                                  

domingo, 6 de noviembre de 2011

LA MANO



    Oigo los silvidos de una era que se acerca sigilosa de la mano de unos nuevos años, de unos nuevos progresos. Ahora que podemos matarnos los unos a los otros con un sólo dedo, nos empeñamos en mantener relaciones amorosas con un sólo dedo también.
    No puedo saber lo que sucederá detrás de toda esta barbarie, de esta degeneración del ser humano como tal para convertirse en una bestia más, pero todavía más peligrosa, porque piensa y es capaz de hacer daño consciente. 
                                   Raquel Barrasa Villa.

 


jueves, 27 de octubre de 2011

CANTA POR MI.

     Raquél amaba la música, y El Ultimo de La Fila éra uno de sus grupos preferidos. Éste grupo tiene muchas canciones mágicas, ésta: "Canta por mí" quizá fuese su favorita.

Y sí, Raquél, yo canto por tí.


                         CANTA POR Mí

  Cruzó el pasado en el camino
y lo miraba y no podía llorar.
  Entre el crepúsculo y el alba
no hizo otra cosa que dejarse llevar.

  Y refulgiendo cual luciérnagas
caminando sin prisas sobre el tiempo,
huyen de un mundo material,
son espíritus barridos por el viento.


  Y ahora van hacia su abstracción,
dales solo paz y una sonrisa,
cielo abierto y aire para respirar.


  Caen las estrellas de su manto,
verdean los campos a un resquicio de lúz,
la pradera ahora es su casa
donde la espiga brota entre la flor.


  Si les miente la vida
se hacen parapetos con poemas.


  Un día color de melocotón
cuando todos seamos libres,
cuando las piedras se puedan comer
y ya nadie séa más que nadie,
canta por mí
si no estoy yo aquí.


  Viene el día en que seamos puros
como un cielo de verano sobre el mar.
  Cantaré por tí
si no estás tu aquí.

martes, 11 de octubre de 2011

EL NIÑO LOCO Y LA JUSTICIA


    Que circunstancia acompaña a la libertad para que tenga que pagar tan caro las acciones que decide. Cuáles son los movimientos que determinan el futuro desastrosamente inesperado. Por qué el paso del tiempo no lleva un manual de instrucciones o una guía rápida de estilo: Cómo pasar desapercibido y disfrutar la intensidad.
    Nadie ha dicho que la justicia sea absoluta ni siquiera que exista y mucho menos que tengamos derecho a la queja, así que supongo que debemos mantener la boca cerrada y no pedir explicaciones a nadie, porque además ese nadie no tiene ni idea de nada. Y seguimos rodando o tropezando o volando hasta el final. ¿Donde está la justicia? ¿Que tipo de comunicación puede haber entre los que ruedan y los que vuelan, o entre los que vuelan y los que no dejan de tropezar? Una comunicación artificial, llena de deséo..., llena de espero..., llena de puedo... y llena de afirmaciones para unos y negativas para otros.
     Qué ojo de claridades temerosas pretende avistar duraderos palacios de hielo fúnebre que se mantienen por el aliento congelado de quienes lo protegen, qué ojo incisivo está clavado en la conciencia de los que no pueden esquivar su destino.
     Qué sentimiento sucio, manchado por un interés que penetra cerebros y destruye sentimientos, quiere implantar un reinado ilegítimo que nadie pretende elevar.
     El niño loco que vuela por una inmensidad antes conocida, va a dejar muy pronto que corten sus alas y se va a entregar a lo que nunca ha fallado, que aceptó siempre sus sueños más perversos. Miradle cómo convence a sus intenciones para que le sigan en el vuelo que durará siempre.

   
       Se asusta de sí mismo y echa la mirada a descansar, hacia el pasado del niño que ha sido tan fugaz como ahora lo es su presente. Pobre niño de ilusiones, pobres ilusiones de niño, que casi acabadas de nacer han de morir sacrificando su existencia por una verdad que es tan perecedera, y necesita cariño y comprensión.
       Pobre niño de verdad, que ha volado tan alto que tiene la retina derretida y le duele su fastuosa capacidad visionaria aún con las retinas abrasadas.
       Niño loco silencioso, que pide demasiado y recibe apenas una pequeña muestra. De la inmensidad de sus peticiones sacrificaría la mitad por un poco de espacio, de espacio libre de las toxinas que infecta la contaminación de los demás. De la insignificancia de sus exigencias, desecharía la mitad por un átomo de inteligencia de sentimiento. El niño loco pide demasiado, no hay nadie que pueda dejarlo satisfecho, pero el niño loco está harto de entender, de ponerse en el lugar de..., de hacer del entendimiento una máxima, y ahora va a formar una revolución armada para exigir que respeten sus derechos. Ahora va a contratar a mercenarios carentes de comprensión que se van a cargar a todas las babosas, mosquitos y serpientes que quieren dejarle sin sangre y en ridículo. Ahora se va a vengar como no había hecho nunca antes.


                                                                            RAQUEL BARRASA VILLA

lunes, 3 de octubre de 2011

REVOLUCIÓN

     LLegarán con los primeros rayos del día, o con el primer impulso del sol. LLegarán cuando las trompetas dejen de sonar y los tambores se conviertan en las únicas voces que se oirán. Y nos levantaremos sin saber lo que pasa y muchos llorarán porque ha llegado su hora. La música se hará mas fuerte y los brazos más vigorosos y conoceremos el poder de la paciente esperaque estaba dormida tras un árbol frío del desierto. Las noches no serán oscuras ni el mal tendrá color, el infierno será un lugar cálido donde habitaremos, una sala de espera para llegar a otro infierno, quizá mas congelado. Veremos las caras de los conocidos, notaremos que el temor les ha congelado las entrañas y no les deja respirar. Fumaremos pipas de guerra y beberemos licores de paz. Mientras tanto, caerán los cometas sensibles, lloverá un azul infinito y oiremos risas infantiles que piden justicia.
    Tendremos la certeza de conocer el camino hacia la nada y la nada nos estará esperando al final del camino, mirando sonriente cómo nos equivocamos de dirección. Saltarán las piernas que estaban encadenadas y yo reiré con ellas, y aunque no me mueva sentiré el cansancio que las hace seguir moviendose. Las canciones de victoria se harán agudas y se meterán en todos los oídos para no dejarles dormir. Y despiertos sentirán que sus camas están humedas, quien sabe, quizá se pasaron la noche llorando, o dejaron que su cuerpo eliminase los temores de la noche que han llegado y no se van a marchar ni van a esperar nunca más. 
     Y los pases se habrán acabado, igual que la insoportable grandeza del que es pequeño porque ha querido ser el mas grande, la gente podrá caminar, y caminará sin mirar atrás ni notar la desesperanzadora amenaza del que está siguiendo a pies juntillas cada movimiento. Y la libertad se hará un lugar entre el tráfico descontrolado de nuestras infantiles inquietudes. Para dominar nuestra voluntad imprecisa, nuestra sed de cosas perecederas y moribundas. Y la libertad se convertirá en la dueña de nuestro destino, del destino de los ojos que ahora nos amenazan y nos inspiran miedo. Lo desconocido y tantas veces temido se hará realidad y comprobaremos que no era tan malo, por lo menos no tan malo como lo que ya conocíamos. Y la guerra será pacífica y la lucha será tranquila.
     Los dolores llegarán a tener sentido porque traen una nueva vida que ahora es teransparente, ni blanca ni negra. No llorarán más las almas de siempre, si hay que llorar, lloraremos todos, si hay que reír, la risa será universal, será una risa verdadera, una risa con sentido profundo e íntimo. Danzaremos juntos y aprenderemos que realmente no hay tantas diferencias, que en esencia a todos nos calienta el mismo sol, nos moja la misma agua y nos ilumina la misma luna. Empezaremos a conocer la verdadera batalla, porque será la última, la más grande, la más regeneradora y limpia.
      Habrá quien se niegue a aceptar una realidad que ha de imponerse, y morirá, porque la vida arrasa y la justiciase convierte en su aliada natural. El tiempo llegará y yo quiero estár ahí para sentirlo, para verlo y vivirlo.


                        "In the abundance of water, the fool is thirsty" (Bob Marley). And may be this is not all the truth, but this could be our truth, the trouth that this planet called earth is waiting for. There will be no more people suffering for freedom, for conciousness, for peace. And they will go out to see this reality with their own eyes, to feel this new life with their hands. And I know that they will have to fight, and that this fight will be not fair sometimes, but we need it, now or later. One day they will get up, and they will start to realize that their reallity hasn't been fair, and they will take their guns and we will feel its bullets in our heads and in our pockets. But love will came strong and firm, and peace will stand by our sides to see how we grow up. We know this time willcome, we don't have to have fear, this will be the natural statement of every thing.
Wewill have the things we were crying for, the things that we had to have had long time ago. But love and music can safe us. So don't close your eyes and face the new reality.


                      RAQUEL BARRASA VILLA.

lunes, 12 de septiembre de 2011

LA NATURALEZA

    
      La naturaleza (que es siempre sabia) quiso que de una leona nacieran tres curiosos animalillos, digo curiosos porque no es muy normal que convivan elefantes, mosquitos y toros en una misma familia, pero ya he dicho antes que la naturaleza es siempre sabia.
      La cosa es que, y aquí el motivo de mi relato, las cosas no siempre funcionaban bién entre la amorosa protección de la leona, la estabilidad del elefante, la fibra del mosquito y la curiosidad del toro. Aún así todos los elementos componían una hermosa canción sobre las lecciones de la vida. Por ejemplo, si la leona no salía a cazar, ese día no se comía, si la leona no mataba a zarpazos a la desilusión, a los llantos, a la inseguridad y demás buitres que jugaban con sus crías, ninguna de ellas seguiría viva. En definitiva, si la leona no fuera leona, ni el elefante, ni el mosquito transformista, ni siquiera el toro, que siempre está tan seguro de sí mismo. serían lo que son. Sólo había que oírla ronronear cariñosamente mientras jugaba con ellos para saber que en cualquier momento saltaría sobre una presa para degollarla si sus crías estaban en peligro. Si el elefante, que a veces quería ser leona, no se convertía en el espejo de la calma y la estabilidad y dejaba que las cosas terrenas y celestiales siguieran con su cadencia vital, nadie conocería la entereza de quien a pesar de todo y las risas, sigue ahí, demostrando que hasta los bebés de la manada tienen su sabiduría escondida detrás de las orejas. 


      Si el mosquito no moviera nerviosamente sus alas, nadie en esa familia insólita tendría el aire necesario para respirar, si a veces no se convirtiera en águila rea, incluso con garras y con uñas, nadie sabría de la existencia de ninguna intensidad, y si a veces no se transformara en un colibrí juguetón no podrían haber saboreado el néctar delicioso que traía en su pico. Ahora, que el toro se las traía. Lo que más le gustaba en el mundo era rumiar pensamientos, propios o ajenos, allá en el campo, donde la tranquilidad se cortaba con cuchillo; pero nadie sabría lo importante que es disfrutar cada brizna de hierba, cada segundo del día si no hubiera sido por nuestro torito despistado y aventurero, porque en cualquier momento sabía que la vida podría preparar una embestida brutal; tampoco conocerían la profundidad de la gratitud, no porque el toro lo expresara directamente con sus mugidos, sino porque lo sentia en lo más hondo de su corazón, con la misma intensidad repartida para todos. Y en su fuero interno, reía.
    Como ya sabemos todos, la estructura social de los leones es eminentemente matriarcal, la que vigila, amamanta y caza es ella, sin embargo a veces sentían la presencia del león, sobre todo, cuando desde lo más hondo de su garganta salía un rugido estruendoso e inesperado. Pero, ya se sabe, el león siempre se está buscando las pulgas, feliz y entretenido, está de paseo o alardeando de melena. Creo que a veces presume de fortaleza, pero es apariencia porque se ha quedado en una edad digamos muy infantil. El león es así.




      En los juegos de los tres pequeños, al mosquito transformista le gustaba patalear y dar pequeños grititos y después esconderse porque le pesaba demasiado el corazón, a veces éste era demasiado grande para su cuerpecillo. Al elefante le gustaba echarse agua sobre el lomo con su enorme trompa como diciendo, ¡aquí estoy yo y todos podéis aprender de mí! Y les daba consejos a trompazos a los mas pequeños, y puedo decir que aprendían. Y al toro, pues el toro podía divertirse con casi cualquier cosa, pero sólo si la podía ver por dentro.
      Eran tan diferentes que hizo falta que el toro se perdiera por la jungla para empezar a encontrarse. Explicación: en uno de los días normales del paseo matutino del toro, se dio cuenta de que nuncahabía sentido la picazón de una serpiente de veneno mortal, y se dijo a sí mismo: ¿Por qué no probar a buscar una de esas serpientes y le pregunto como de fuerte es su veneno? El toro quiere saber demasiadas cosas. Entre unas cosas y otras el toro no llegaba a casa, y pasó una noche fría y solitaria, y otra y otra..., y la leona notó que esta vez no le podía salvar, que el buitre que esta vez acechaba volaba demasiado alto, y su alma de guerrera se puso a llorar. Mientras, el toro estaba explorando, estaba bién.
      El elefante se dijo a sí mismo: No pasa nada, nada ha de pasar. Y seguro que a veces se lo creía. Con esa seguridad y algo de pragmatismo mezclado con ilusión, se fue tranquila y pausadamente a buscar al desaparecido donde quiera que estuviese. No voy a decir que no dudara, claro que dudaba, pero los colmillos de marfil podían más.


        Al mosquito le temblaban las piernas y se acercaba temeroso a lo que siempre le había parecido un mundo oscuro ¡la jungla! Se acercaba mucho, era muy valiente y se le escapaban los ramalazos de águila real debajo de la dulzura de colibrí y del miedo de quién se sabe perecedero y vulnerable.
        El alma de la leona estaba muy cerca de la del toro, no quiero decir pegada, pero sí, pegada, encima, sobre, en, entre y sobre todo para. El toro estaba tranquilo y por encima de todas las moscas amorosas que sufrían su despiste, sintió que había desaparecido momentáneamente de su diccionario lo divino, y digo bién, momentáneamente.
        El final de esta historia ya se sabe: en su peligrosa incursión, el toro aprendió mucho, sobre todo a decir, mugiendo, gracias y a masticar más intensamente cada brizna de hierba. Pero también aprendió a ser elefante y mosquito transformista y leona y serpiente y osito abrazable con un tarro de miel y hormiga y ballena y perro y oruga. Y sabe que todos los demás aprendieron con él.
                                          
                                          RAQUEL BARRASA VILLA.
 

jueves, 1 de septiembre de 2011

NOCHE



   La noche es un vientre fecundo
de mujer que siempre abriga una
nueva vida, un nuevo nacimiento.
  Gracias a la noche, se crean miles
de criaturas que no salen a la luz
del día porque se convierte en algo
mortecino, porque apaga las voluntades
que se crecen por las noches.
  La noche trae el silencio que saben
apreciar los eternos amantes que,
sin palabras, crean y crean hasta
dar vida a un nuevo ser agradecido
de nacer en y por la noche.
  La noche de los dioses sabios,
que destrozan sus teorías al
amanecer de una nueva luz.
  La noche de los locos sombríos,
que dejan aflorar los traumas
macabros que atormentan sus mentes.
  La noche de los niños que sangran
porque tienen que beber esa sangre,
que cada noche les devuelve la vida.
  La noche de eternos y efímeros,
de soñadores y sonámbulos,
de parturientas y primogénitos,
la noche, se ilumina con la luz
cegadora de cada creación.
             RAQUEL BARRASA VILLA.


 


 

sábado, 20 de agosto de 2011

UN CAMINO


   Hay un camino enfrente de cada uno de nosotros. Muchos estamos prácticamente en el principio, otros se acercan al fin material. Al verlo tan largo, su figura se difumina con la línea del horizonte y no nos damos cuenta de que a medida que avanzamos estamos dibujando su forma. Nadie ha dicho que el camino sea recto, ni que no tenga bifurcaciones. Puede ser un camino serpenteante, que nos confunda y haga que tomemos direcciones equivocadas, que haga que nos tropecemos y tengamos heridas. Puede que tras un camino se escondan multitud de ellos. Tampoco ha dicho nadie que esas heridas no sangren y duelan, que queramos abandonar el camino porque el dolor se ha hecho insoportable. Puede pasar que el camino simplemente se extinga, que no nos quiera como peregrinos, que nos haga abandonarlo antes de tiempo y que, aunque pretendamos resistirnos, el camino decida por nosotros.
   Al principio hay unas manos que nos dirigen, que deciden como será el resto del viaje, esa es una de las partes mas importantes porque es en ese momento cuando se deciden muchas cosas. Y las manos pueden guiarte deprisa, el aprendizaje es veloz, o despacio, el aprendizaje es menos intenso. Las manos pueden determinar todo el peregrinaje posterior. Aprendes a caer y a levantarte, a soñar y a aceptar el dolor, aprendes que los juegos acaban y se sustituyen por malabarismos incluso más divertidos. Aprendes que en el camino hay muchas variaciones, que no todos los colores van a ser agradables, que llueve y hace sol, que la luna llega y la noche se va, que la sangre es más roja cuando la miras a los ojos, que la soledad puede invadirte de un momento a otro. También sabes que las manos te soltarán y el camino que antes era trabajoso, ahora se vuelve más individual.
    Pero hay veces que durante un tiempo compartes camino con alguien, tu le prestas tus zapatos para que camine contigo, y a cambio recibes otras cosas; puede que sin ellas no caminases por el mismo sitio o de la misma manera. Luego esos se van, buscan otro camino y te quedas siempre con su sombra, sabes que están ahí, pero no puedes ver exactamente la misma persona que veías antes, sólo ves una sombra negra que a veces se confunde con la tuya propia. Entonces debes sentirte agradecido porque esa sombra podría acompañar a otra persona pero no, te acompaña a ti. Para sentir que te está siguiendo, has de mirar hacia atrás, compruevas que siguen a tu lado, nunca se van, seguirán ahí hasta que abandones naturalmente el camino.
     Ese camino está circundado por millones de cosas, es una pena que sólo podamos distinguir detalles. Sólo personas especiales pueden ver el camino en su totalidad, creo que únicamente es la falta de atención lo que nos hace un poco ciegos, un poco sordos. Y sólo nos fijamos en las molestas piedras que entorpecen nuestro camino o en lodos que nos manchan los pies, pero no vemos ésas flores que crecen por nosotros, esa gota de lluvia que toma vida cuando pasamos a su lado y la observamos, esa mota de polen que no busca sino nuestra fertilidad. Pasan desapercibidas y nos perdemos la parte del camino que lo vuelve intenso, único. Muchas veces sobre ese camino se posa el sol y su peso inhumano cae sobre nosotros como una pesada losa, empezamos a sudar, en ese momento sólo pensamos que el sol dinamita nuestra voluntad, no nos deja pensar porque calienta nuestro cerebro de tal manera que deja de funcionar. Es ahí cuando creemos perder el norte de nuestro camino. Nos damos cuenta de lo estúpidos que hemos sido cuando llega la noche y todo parece aclararse con naturalidad. En la noche podemos ver más cosas que en el día, porque todo es más sutil pero auténtico y se muestra sencillamente como es, sin la excesiva luz que no nos deja ver con claridad.
      Tendemos a querer apartarnos del camino, pero parece que alguien ha hecho un plano de nuestra trayectoria y no nos deja salirnos de él, jugamos con esto y el juego hace que perdamos el detalle de ese trozo de camino. En ese momento, cuánto se ríe el camino, qué figura tan ridícula parecemos.
      Que peligroso es el precipicio que está a cada lado, vamos muy deprisa, sin temor a caernos en el abismo, jugando, pero no por eso desaparece, el precipicio sigue ahí, es peligroso y puede arrastrarnos hacia el centro, hacia lo más hondo, en el lugar donde ya no hay más camino. Nos acercamos al borde y tememos caer, nos acordamos de él cuando oímos que alguien ha caido o cuando el que nos hace el plano nos empuja sin dejarnos caer del todo, cuando nos agarra de un brazo o de una pierna. Y aunque ambos estén rotos, agradecemos el dolor porque gracias a él, podemos seguir caminando. El resto del camino no puede ser igual.
      Hay momentos en que llueve, el agua moja nuestros ojos y de ellos sale nuestra alma, es la única manera que tenemos de que el camino conecte con ella. En ese momento somos un cuenco que desparrama su contenido sobre las piedras del camino y se confunde entre ellas. Es el momento en que somos más vulnerables, más debiles, más inseguros. Como tenemos los ojos mojados por la lluvia no podemos ver si estamos verdaderamente en el camino o fuera de él, si la hierba sigue creciendo o si se ha secado, si hay un pájaro caído de un nido o si hay un perro muerto que se está pudriendo, si hay peces de colores o lagartijas nerviosas que se mueven sin cola. El camino te deja solo para que te pares y no sigas avanzando porque el error acecha en cada milímetro, está esperando.
      También hay momentos en que el olor de una orquídea se introduce en nuestro interior, por un momento nos eleva del camino, flotamos, volamos por encima de los demás peregrinos, el cielo ni siquiera es el límite. Y todos los colores son más vivos, todas las criaturas se mueven con júbilo, participas en él, te conviertes en una parte integrante de ese gozo que invade todo a tu alrededor. Ya no ves las piedras, ni el lodo, ni el precipicio, ni al perro muerto, ni la hierba seca. Estás encima y todo parece mejor, todo es mejor. La orquídea sigue emanando un olor especial, tu alma se regocija y baila una danza que deleita tus sentidos, que los hace vibrar y revolverse. De repente la orquídea, como cualquier otra flor, se marchita y empiezan a caerse sus pétalos, deja atrás su brillo, se arruga, está muriendo. ¿Que queda entonces? Queda el recuerdo, dentro sabes que todas esas cosas han pasado, sabes que has flotado, que has estado encima, que has tenido en tu nariz ese olor tan especial, en tus ojos esos colores tan intensos, esa vida entre tus manos. Queda el recuerdo y empieza a llover. Ya puedes ver el precipicio y te gustaría estar dentro de él.
       Después de ésto, o entre medias, puedes convertirte en una mano, antes te guiaban a ti, ahora eres tu el guía. Como nadie te ha explicado nada te confundes continuamente. Dejas ver muchas cosas, pero puede que no sea el momento. Siempre hay tiempo para lo negativo, puede incluso que sea bueno, el aprendizaje es veloz si lo que se enseña es negativo. Empiezas a notar que esa mano quiere soltarse de la tuya, que ya no la necesita y dejas que se vaya, pero a ti siempre te quedará la arruga en la mano de agarrar tan fuerte, siempre miraras atrás para comprobar que esa mano camina segura, su sombra es la tuya. Sigues caminando, pero ese caminar es eterno, no termina nunca por mucho que veamos cruces a nuestro alrededor. Ahora todo pierde intensidad pero no importancia, vas más despacio, tienes más tiempo para fijarte en todos los detalles que están rodeando tu camino. Tienes muchos recuerdos, tienes grabados en los ojos, ilustraciones poco precisas. Quieres ponerte a correr pero parece que las piernas están entumecidas. Quieres ponerte a volar, pero las alas han perdido las plumas. Quieres......
       Las pisadas son más profundas, las enseñanzas de todo el camino empiezan a tener sentido, a cobrar importancia, los errores por la elección del camino correcto empiezan a acusarse en la conciencia.
       El precipicio está más cerca, algo te atrae hacia él, quizá sean tus propios pies los que te arrastran. Caes, caes eternamente, vas bajando siempre. Arriba, en el camino, hay una cruz, pero tu sigues cayendo. Quién sabe lo que hay al final. Quizá haya otro camino.
  
              RAQUEL BARRASA VILLA.